Es muy
extendida la idea de que la profesión magisterial tiene poco valor económico social,
muchos la ven con desde otro ángulo, por largo tiempo se han considerado como
una salida lateral las dificultades de carreras que requieren estudios más
prolongados y costosos. En la base de tales actitudes están las concepciones de
que el magisterio es una carrera fácil, con complejo y poco trabajo, descansos
y vacaciones frecuentes, goce de derechos sociales, etc. Este tipo de ideas son
capaces de interferir y de dar al traste con el descubrimiento y ejercicio de
la verdadera vocación de muchos jóvenes.
En conclusión
la Vocación pedagógica implica:
ü Tener predisposición natural para
ejercer la docencia.
ü Sentir la necesidad de transmitir
a los demás lo que él sabe.
ü Mantener afecto por los educandos,
niños o jóvenes demostrando esto prácticamente en la vida real.
ü Tener sentido de los valores individuales,
culturales y sociales.
ü Tener conciencia de su responsabilidad,
lo que indica conocer sus deberes y derechos y autoevaluador de tiempo en tiempo.
ü Tener un espíritu crítico –autocritico,
una actitud creativa, reflexiones del conocimiento científico y pedagógico.
ü Tener una alta calidad humana y
solidaria frente al hombre
Actitud pedagógica
Manifestada
en la prueba diaria de sus capacidades:
Capacidad
de comunicación: reflejada en sus medios de expresión, de comunicación, de
lenguaje de utilización de recursos y de técnicas para que llegue su mensaje
Capacidad
de ayuda y protección: Su comprensión le exige estar dispuesto a ser protector
del niño y del joven que necesite ayuda, socorro moral y material.
Capacidad
de servir de modelo y ejemplo: las virtudes que predica deben ser observadas y
asimiladas por los alumnos, deben convertirse en paradigma de niños y jóvenes.
Capacidad
de entusiasmo: para el profesional de la educación debe existir solamente al ánimo
encendido y el afán realizador de los más preciados valores de su propia cultura.
Dominio pedagógico
Debe
estar consciente de que solamente estará capacitado para enseñar lo que sabe cuando
domine diferentes métodos y técnicas de enseñanza – aprendizaje .Por lo tanto deberá
ser un profesional que remueva, cada vez que sea necesario, la metodología que
emplee con sus alumnos.
Tacto pedagógico
Nos
corresponde a continuación, abordar el taco pedagógico, uno de los componentes
de la maestría pedagógica y que consideramos de fundamental importancia, toda
vez que de no existir, se corre el riesgo inminente del fracaso, aun se
conjugue con el resto de los factores ya tratados hasta ahora.
Pero cabe
preguntarnos que es el taco pedagógico : Podemos decir que es un sentido de
medida , de racionalidad pedagógica de todo lo que hace el pedagogo : sus
palabras , su medida , de racionalidad pedagógica de todo lo que hace el
pedagogo : sus palabras , su conducta , el trato con los educandos , toda
manifestación de sus sentimientos con respecto a sus alumnos .
Como
podemos apreciar no resulta fácil conceptuarlo y mucho menos encasillarlo en
estrechos moldes prefabricados para que el profesor haga uso de el a manera de
recetas .Sin embargo, como parte componente de la maestría pedagógica, es
posible enseñarlo y por supuesto aprenderlo. Tenemos que reflexionar y pensar
acerca de cuantos alumnos posiblemente no fueron mejores por nuestra carencia
de tacto pedagógico; por no haber sabido ofrecer a tiempo una sonrisa, un hábil
consejo o sencillamente un estrechón de manos. Otras veces tal vez acertamos;
pero siempre fue por ensayo –error, nunca con la orientación precisa o certera.
No podemos
olvidar que para amar es necesario comprender y para comprender, se impone el conocer.
No es posible que lleguemos a conocer a los alumnos si nos mantenemos a distancia,
sin intercambiar ideas, sentimientos, sin que nos vean como seres de carne y
hueso y no como antes inaccesibles recubiertos de una coraza impenetrable.
El
profesor tiene la palabra como arma poderosa para influir en sus alumnos. Sin
embargo esa palabra no obrara con verdadero valor educativo si no va respaldada
con la fuerza poderosa del ejemplo y al mismo tiempo si no ha sabido hacer uso
de ella, tanto en forma como en tiempo. He aquí, la presencia del tacto pedagógico.
El tono del profesor ha de ser natural, sincero, sin teñir sus preceptos con el
jarabe de la bondad como nos dice Sujmolinski; La bondad no es el tono, ni son
palabras escogidas especialmente.
Eros pedagógico
El amor a
los niños, la inclinación de darse a los seres más débiles, es la primera
condición de un buen educador. La inclinación y amor a los niños supone la
aptitud de comprender a estos de identificarse con ellos, cuando la influencia
educadora se manifiesta, pues el amor al niño es ante todo respeto del niño. Más
esto no debe significar indulgencia ciega. En fin el amor al niño es un amor a
todos los niños, al principio tiempo que a cada uno de ellos en particular.
Hola Leticia, Felicitaciones por el artículo. Te agradezco. Muy aclarador. Sólo que quisiera pedirte por favor si fueras tan amable si pudieras dar bibliografía, Gracias !!!
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